El viaje a través del duelo
Las seis “necesidades de reconciliación” del doliente
por el Dr. Alan D. Wolfelt
La muerte de un ser querido cambia nuestras vidas para siempre. Y el paso del “antes” al “después” es casi siempre un viaje largo y doloroso. De mis propias experiencias con la pérdida, así como de las de miles de personas en duelo con las que he trabajado a lo largo de los años, he aprendido que, si queremos curarnos, no podemos bordear los bordes exteriores de nuestro dolor. Por el contrario, debemos atravesarlo, a veces serpenteando por las carreteras secundarias, a veces arando directamente en su crudo centro.
También he aprendido que el viaje requiere luto. Hay una diferencia importante. El duelo es lo que piensas y sientes en tu interior tras la muerte de un ser querido. El duelo es la expresión externa de esos pensamientos y sentimientos. Estar de luto es participar activamente en nuestro proceso de duelo. Todos nos afligimos cuando muere alguien a quien amamos, pero si queremos curarnos, también debemos llorar.
Hay seis “señales de ceder” que es probable que encuentres en tu viaje por el duelo: lo que yo llamo las “necesidades de reconciliación del duelo”. Porque, aunque tu viaje por el duelo será una experiencia intensamente personal y única, todos los dolientes deben ceder a este conjunto de necesidades humanas básicas si quieren curarse.
Necesidad 1. Reconocer la realidad de la muerte.
Esta primera necesidad de luto implica enfrentarse suavemente a la realidad de que alguien a quien quieres nunca volverá físicamente a tu vida.
Tanto si la muerte fue repentina como anticipada, reconocer la plena realidad de la pérdida puede producirse a lo largo de semanas y meses. Para sobrevivir, puede que a veces intentes alejar la realidad de la muerte. Puede que te descubras repitiendo los acontecimientos que rodearon la muerte y enfrentándote a los recuerdos, tanto buenos como malos. Esta repetición es una parte vital de esta necesidad de luto. Es como si cada vez que lo hablas, el acontecimiento fuera un poco más real.
Recuerda: esta primera necesidad de luto, al igual que las otras cinco que le siguen, puede requerir tu atención de forma intermitente durante meses. Sé paciente y compasivo contigo mismo mientras trabajas en cada una de ellas.
Necesidad 2. Abrazar el dolor de la pérdida.
Esta necesidad de luto requiere que asumamos el dolor de nuestra pérdida, algo que naturalmente no queremos hacer. Es más fácil evitar, reprimir o negar el dolor del duelo que afrontarlo, pero es afrontando nuestro dolor como aprendemos a reconciliarnos con él.
Probablemente descubrirás que necesitas “dosificarte” a la hora de abrazar tu dolor. En otras palabras, no puedes (ni debes intentar) sobrecargarte con el dolor de una sola vez. A veces puede que necesites distraerte del dolor de la muerte, mientras que otras veces necesitarás crear un lugar seguro para avanzar hacia ella.
Por desgracia, nuestra cultura tiende a fomentar la negación del dolor. Si expresas abiertamente tus sentimientos de dolor, amigos mal informados pueden aconsejarte que “sigas adelante” o que “mantengas la cabeza alta”. Si, por el contrario, te mantienes “fuerte” y “en control”, pueden felicitarte por “llevar bien” tu pena. En realidad, llevar bien el duelo significa conocer bien tu dolor.
Necesidad 3. Recordar a la persona fallecida.
¿Tienes algún tipo de relación con alguien cuando muere? Por supuesto que sí. Tienes una relación de recuerdo. Los recuerdos preciados, los sueños que reflejan el significado de la relación y los objetos que te vinculan a la persona que murió (como fotos, recuerdos, etc.) son ejemplos de algunas de las cosas que dan testimonio de una forma diferente de relación continuada. Esta necesidad de luto implica permitirte y animarte a continuar esta relación.
Pero algunas personas pueden intentar quitarte tus recuerdos. Tratando de ser útiles, te animan a que quites todas las fotos de la persona que murió. Te dicen que te mantengas ocupado o incluso que te mudes de casa. Pero, según mi experiencia, recordar el pasado hace posible la esperanza en el futuro. Tu futuro se abrirá a nuevas experiencias sólo en la medida en que abraces el pasado.
Necesidad 4. Desarrollar una nueva identidad propia.
Parte de tu autoidentidad procede de las relaciones que mantienes con otras personas. Cuando alguien con quien tienes una relación muere, tu autoidentidad, o la forma en que te ves a ti mismo, cambia de forma natural.
Puede que hayas pasado de ser “esposa” o “esposo” a “viuda” o “viudo”. Puede que hayas pasado de ser un “padre” a un “padre desconsolado”. La forma en que te defines a ti mismo y la forma en que te define la sociedad ha cambiado.
A menudo, una muerte te obliga a asumir nuevas funciones que había desempeñado la persona fallecida. Al fin y al cabo, alguien sigue teniendo que sacar la basura, alguien sigue teniendo que comprar la comida. Te enfrentas a tu identidad cambiada cada vez que haces algo que solía hacer la persona que murió. Esto puede ser un trabajo muy duro y puede dejarte muy agotado.
Puedes sentirte ocasionalmente como un niño mientras luchas con tu identidad cambiante. Puedes sentir temporalmente una mayor dependencia de los demás, así como sentimientos de impotencia, frustración, inadecuación y miedo.
Muchas personas descubren que, a medida que trabajan en esta necesidad, acaban descubriendo algunos aspectos positivos de su autoidentidad cambiada. Por ejemplo, puede que desarrolles una confianza renovada en ti mismo. Puede que desarrolles una parte de ti más cariñosa, amable y sensible. Puede que desarrolles una parte asertiva de tu identidad que te capacite para seguir viviendo aunque sigas sintiendo una sensación de pérdida.
Necesidad 5. Búsqueda de sentido.
Cuando alguien a quien amas muere, naturalmente te cuestionas el sentido y la finalidad de la vida. Probablemente te cuestiones tu filosofía de la vida y explores valores religiosos y espirituales mientras trabajas en esta necesidad. Puede que te descubras buscando un sentido a tu vida continuada mientras te haces preguntas del tipo “¿Cómo?” y “¿Por qué?”.
“¿Cómo pudo Dios permitir que esto sucediera?” “¿Por qué ha ocurrido ahora, de esta manera?”. La muerte te recuerda tu falta de control. Puede hacerte sentir impotente.
La persona que murió formaba parte de ti. Esta muerte significa que lloras una pérdida no sólo fuera de ti, sino también dentro de ti. A veces, la tristeza y la soledad abrumadoras pueden ser tus compañeras constantes. Puede que sientas que cuando esa persona murió, una parte de ti murió con ella. Y ahora te enfrentas a la tarea de encontrar algún sentido a seguir con tu vida, aunque a menudo te sientas tan vacío.
Esta muerte también te pide que te enfrentes a tu propia espiritualidad. Puede que dudes de tu fe y que tengas conflictos y preguntas espirituales corriendo por tu cabeza y tu corazón. Esto es normal y forma parte de tu viaje hacia una vida renovada.
Necesidad 6. Recibir apoyo continuo de otras personas.
La calidad y la cantidad del apoyo comprensivo que recibas durante tu viaje de duelo influirán mucho en tu capacidad para curarte. No puedes -ni debes intentar- hacerlo solo. Recurrir a las experiencias y el aliento de amigos, compañeros de duelo o consejeros profesionales no es una debilidad, sino una sana necesidad humana. Y como el duelo es un proceso que se desarrolla a lo largo del tiempo, este apoyo debe estar disponible meses e incluso años después de la muerte de alguien de tu vida.
Por desgracia, como nuestra sociedad da tanto valor a la capacidad de “seguir adelante”, “mantener la barbilla alta” y “seguir ocupados”, muchos dolientes se ven abandonados poco después del acontecimiento de la muerte. “Ya ha pasado” y “Es hora de seguir con tu vida” son los tipos de mensajes dirigidos a los dolientes que aún predominan. Obviamente, estos mensajes te animan a negar o reprimir tu dolor en lugar de expresarlo.
Para ser verdaderamente útiles, las personas de tu sistema de apoyo deben apreciar el impacto que esta muerte ha tenido en ti. Deben comprender que, para curarte, hay que permitirte–incluso animarte– a llorar mucho después de la muerte. Y deben animarte a ver el luto no como un enemigo que hay que vencer, sino como una necesidad que hay que experimentar como resultado de haber amado.
Reconciliar tu dolor
Puede que hayas oído–de hecho, puede que creas–que el final de tu viaje de duelo llegará cuando resuelvas, o te recuperes, de tu duelo. Pero tu viaje nunca terminará. La gente no “supera” el duelo.
Reconciliación es un término que me parece más apropiado para lo que ocurre cuando el doliente se esfuerza por integrar la nueva realidad de seguir adelante en la vida sin la presencia física de la persona que murió. Con la reconciliación llega una sensación renovada de energía y confianza, la capacidad de reconocer plenamente la realidad de la muerte y la capacidad de volver a implicarse en las actividades de la vida.
En la reconciliación, el agudo y siempre presente dolor de la pena da lugar a un renovado sentido y propósito. Tu sentimiento de pérdida no desaparecerá por completo, pero se suavizará, y las intensas punzadas de dolor serán menos frecuentes. Surgirá la esperanza de una vida continuada cuando seas capaz de comprometerte con el futuro, dándote cuenta de que la persona que murió nunca será olvidada, pero sabiendo que tu vida puede avanzar y lo hará.
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